HOY:
La Cenicienta
Mi hermana me hizo entrar en duda: la mayoría de los cuentos infantiles no son para niños. Si efectivamente le leemos esos cuentos es porque tenemos un interés nocivo encubierto y no nos importa que lleguen a aprender que todo lo que les rodea es una verdadera mierda.
Para colmo de males son más nocivos para las niñas que para los niños; seguramente está vinculado a que en la sociedad que estamos tratando de formar a la mujer, más que un “género” le espera un “trapo”.
Hoy trataré de analizar, aunque solo superficialmente, al famoso cuento de La Cenicienta.
La Cenicienta es el típico cuento para hacer dormir a las niñas, haciéndoles creer que su porvenir pasa exclusivamente por conseguirse un buen marido. Es un cuento despersonalizador por excelencia: nadie sabe como se llama la tan mentada Cenicienta, ni sus hermanastras, ni la madrastra ni siquiera el vejiga del Príncipe. Eso si: sabemos que la Cenicienta lo que sí hacía era limpiar y ensuciarse. A la gente la conozco por su función y no por su nombre.
Pero eso no es lo peor: la famosa Cenicienta al menos era una tarada de campeonato. Y no es porque fuera menor. En esas épocas se casaban con 14 años, con 18 los “hombres” iban a la guerra y con 29 ya se habían muerto de algo, nunca de viejos. La Cenicienta por más menor que fuera era demasiado naba como para nunca preguntar ni preguntarse que había pasado con su madre, su padre y su herencia. Hermanos y hermanastros hemos tenido casi todos y no creo que nadie, ni con unos ni con otros, se hubieran dejado pasar por arriba tan olímpicamente como la Cenicienta.
Pero la Cenicienta no es la única tarada. Ni las hermanastras ni la madrastra pudieron reconocerla después que el hada madrina la arregló y vistió. ¿Pero quien era el hada? ¿Pitanguy? Te juro que si me cruzo con Angelina Jolie en romanitas igual la reconozco.
¿Y el Príncipe? Se ve que además de vegerto era impresentable de feo. ¿Alguien se come la pastilla que el muy tarado necesita que el padre le organice un baile para conseguir novia? Ni Ricardo Fort se mandó una de esas y ya es decir!
¿Y el Rey? ¡Qué viejo choto! No solo le organiza la fiesta al nene sino que, cuando se le pianta la mina al muy imbécil, organiza una cacería de pies que le acomoden el zapato. Cuando yo era chico la zapatería Giuliano se caracterizaba por tener zapatos de “medio punto”, pero esto es el sumun. ¿Tendría las huellas plantares impresas en la almohadilla del zapatito?
Y volviendo al Príncipe: solo ese imbécil aceptaría casarse con la tipa que tuviera el pie del tamaño del botín.
La cuestión es que estupidez va, estupidez viene, encontraron a la dueña del zapatito, se casó con el Príncipe y todos felices (menos las hermanastras y la madrastra, obvio).
La enseñanza es:
Sos mujer: mirá; no vale la pena que estudies, aprendas una carrera, arte u oficio, seas buena gente, busques trabajo o seas solidaria y comprometida con las minas como vos.
La cuestión es encontrar un nabo que te mantenga.
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1 comentario:
Das kaperruziten rojen was kaminanden eine bosken loben mahlen hijen putten preguntahale-Kaperruziten , das komiditen is frau abueliten idioten?-ja wol herr loben. - wachiten das ropiten es sensualen- ja wol herr loben, das pronguen mit monumenthaler und jugosen....... y fueron felices.
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