lunes, 23 de agosto de 2010

LA NOCHE DE LA NEURALGIA

por Marciano Durán (que ojalá fuera colaborador)
Levantado de www.marcianoduran.com.uy , sin permiso, pero con mucho gusto


-“¿Te parece che?”- le dije a Juan que no dejaba de insistir.

-“¡¡Sí, loco, daaaale!! Hace mil años que no salís a ningún lado. Es ahora o nunca, si no enganchás una mina un 24 de agosto no la enganchás nunca más. ¿Qué vas a esperar macho? ¡Ya pasaste los 40!”-

Finalmente me convenció. No tenía claro como ir vestido, Juan me contó que era noche de recuerdos o algo así y que si podía ponerme algo “de época” iba a sentirme más cómodo.
Busqué algunas pilchas y me di cuenta que me ajustaban un poco (bastante me ajustaban) pero supuse que a todos les iba a pasar lo mismo.
Un pantalón oxford, una camisa floreada, un buzo elástico ancho, un par de zapatos con plataforma, un crucifijo de cuero y un símbolo de la paz hecho con hueso colgado del cuello.
Nos encontramos en la puerta con Juan

-“ ¿Qué te pusiste animaaaaaal?”- dijo agrarrándose la cabeza y sentándose a reír en un murito.

-“Y… yo qué sé..¿no me dijiste que..?.”-

-“Bueno, dale, adentro hay poca luz…vamos”-.

Adentro de verdad que había poca luz y yo no estaba acostumbrado a ese clima de oscuridad y humo. La música sonaba muy fuerte y la gente saltaba mientras gritaba que estaba hecha un demonio. Me agarré de una cerveza y -a pesar de que no fumo- me parapeté atrás de un cigarro.

-“¡ Uuuhhh, esa es la veterana que atiende en la Intendencia, si me ve así me muero!”-

Zapatos rotos, zapatos rotos gritaba en el medio de la pista un gordo al que la barriga se le asomaba colgando por delante del cinturón, quiero decir…me imagino que atrás de eso que colgaba como un agua viva gigante habría un cinturón y una hebilla, tratando de ajustar algo.

-“¿Qué es ese olor?”- me preguntó Juan con cara de asco.

-“555”- le dije casi en secreto.-“ Poliana 555, me puse un poquito, pensé que…”-

-“…¡Mirá, Pedro, mirá esa mina en la mesa como te relojea, está solita caele, Pedro, caele!.

Me le acerqué pegando saltitos al compás de “Salta, salta, salta pequeña langosta.”

-“¿Recordamos un poco?”- le dije con tono canchero.

-“No te enojes, pero desde que llegué no paro de pensar en los niños, los dejé con el padre, yo estoy divorciada hace unos años, estoy segura de que están extrañando…. disculpame está sonando el celular, han de ser ellos.”-

-“Allá”- dijo Juan, -“allá en la mesa contra la columna.”-

Botas de cuero hasta la rodilla, bufanda que le tapaba la cara, guantes forrados, gorra de lana y montgomery prendido con palitos.: -“¿Bailas?”- le pregunté.

-“Dddddde frrío baabababailo”- me contestó, -“no se a qué diablos vine, hacía tres años que no salía y sesese me ocurre vvvvenir hoy que está cayendo una helada que ni tetetete cuenttto. Disculpame, aparte me duelen un poco los riñones”-.

En la pista una flaca levantaba el brazo derecho y cuando lo iba bajando por atrás, ya comenzaba a levantar el izquierdo, todo en forma de molino de viento. Me di cuenta de que estaba en el club de su adolescencia, cerraba los ojos, pisaba a todo el mundo, golpeaba a los más cercanos , mientras en su cara se dibujaba claramente que ella no estaba allí, estaba en 1978 en algún lugar de este país , que no era precisamente este lugar.

-“Hola”- le dije a una petisa, fortachona de gargantilla y aros plateados.

-“Movete, chiquita movete”- se me ocurrió decirle para seguir a tono.

-“No lo tomes a mal, pero con toda esta luz no bailo…. se me notan las várices.”-

“-Bueno… te tomo la palabra para los lentos, cuando apaguen las luces vuelvo”-le dije entrecerrando mis ojos

-“¡Nooo!”- , me contestó -“con la luz negra se me notan las canas y hoy no me pude hacer la tinta!”-.

Los Bee Gees comenzaban a sonar, en una mesa dos chicas de treinta y pico conversaban animadamente: -“Qué suerte que se me ocurrió traer el cuaderno de Micaela. ¿Conseguiste material de la fundación de Colonia? “-

-“Sí, fueron los portugueses en el 1680 y … pero esperá que terminen con los lentos, apagaron las luces y estoy escribiendo con una letra horrible, Vale me mata,¿cómo estará?”-

-“Espero que durmiendo, vamos hasta el patio y llamamos desde el celular. Disculpe señor, ¿Usted precisaba algo?”-

-“No nada”- les dije, mientras Barry White hacía amasijar a una pareja en el medio de la pista. Parecía que se habían conocido recién o que hacía 20 años que no se veían. Era el portero de acá a la vuelta, apretaba con la esposa como si no la viera nunca a solas. Se tocaban y besaban a pesar del cigarro y del vaso de whisky en la mano, y se pechaban permanentemente con la flaca que seguía bailando sola. Tal vez el destino los estaba uniendo en el mismo club social del 78.

La del hot pant estaba buena, pero no había parado de toser desde que llegó, aparte… con las plataformas que me había puesto, calculé que la cabeza me daría en el ombligo. Mejor invito a la del bobito rosado: -“ Hola, amor y paz”- le mandé -“¿.bailamos?”- -“Eeeee…..seeee”- me dijo.

¡¡No podía creerlo!! ¡Había enganchado algo! Los Creedence retumbaban en los parlantes, no habíamos empezado a movernos cuando se me acercó y me susurró al oído, con voz acaramelada: -“No te enojes ¿ no? pero tengo cistitis, mejor dejamos y conversamos en la mesa, con este frío tengo que ir al baño a cada rato”-
Me escapé apenas pude y con Aretha Franklin me empecé a apretar a una morocha que había vichado desde que llegué. Arranqué a bailar metiendo la pierna derecha entre las piernas de ella y tirándome hacia atrás mientras ella apoyaba inevitablemente su cuerpo sobre el mío, un paso a la derecha, otro paso a la derecha y para atrás. Lo repetía para no perderme, uno-dos-atrás- derecha-derecha-atrás. En eso estaba, cuando siento el grito de : -“¡¡Mamaaaá, ridiculaaaaa, vamos que son las tres!!”- Eran los hijos adolescentes que la venían a buscar. -“¡¡Mis hijos!!”- dijo horrorizada y me puso el cigarro prendido en la mano para que no la descubrieran fumando.
Ahora si, ya era demasiado….. con la mano quemada, los tobillos torcidos (culpa de las plataformas), el alcohol dando vueltas en la cabeza buscando un lugar por donde salir, los callos pulsando como una baliza intermitente, el gordo refregándome su abdomen traspirado, los celulares sonando insistentemente, la flaca golpeándome con sus pulseras , la del bobito pisándome camino al mingitorio….ahora si, decidí volver por la petisa de la gargantilla.
Todo hubiera terminado bien si no fuera porque papá (con zapatos de charol) estaba bailando con ella.

Y si…..sigo siendo el mismo banana del 78.-

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Larga vida al Pis.
Marciano