Hace un tiempo, en un Congreso de los estudiantes de Medicina, les quise mostrar porqué a veces ellos y nosotros hasta hablamos un lenguaje diferente. Ellos, nacidos promedialmente en 1990, entienden poco algunos hechos que para nosotros son vida misma. Les dije: “Lo que pasa es que Uds. no tomaron leche en botella”. Y para mi asombro más absoluto, ninguno entendió a lo que me refería.
¿Cómo no vamos a ser diferentes? ¿Quién de mis alumnos vio alguna vez la señal de ajuste de Canal 12, un indio piel roja rigurosamente en blanco y negro? Para ellos la televisión fue siempre en colores y es raro que conozcan lo que es tener que pararse de la silla para cambiar de canal pues el control remoto existió siempre.
La historia es Historia y no recuerdos: está tan lejos la guerra de Viet-Nam como la de Corea y las Cruzadas. El Papa más viejo en su recuerdo es Juan Pablo II y los viajes a la Luna ya son cosa corriente y no la imaginación de nuestros juegos ayudado por Flash Gordon.
Jamás vieron un disco de pasta de 45 r.p.m. con el gran agujero en su centro y mucho menos una moneda sobre el brazo y la púa de un tocadiscos para que no saltara donde estaba rayado.
¿Nos creerán cuando les contemos que hacíamos cola durante toda la tarde para comprar una botella de leche o una damajuana (de vidrio) de 10 litros de kerosene? ¿O que esperábamos y elegíamos viajar en la cachila de CUTCSA del 173 a Av. Italia y Peñón porque era lindo ir en la plataforma? ¿Habrán sentido alguna vez el placer de usar un Incalcuer o un Incalflex nuevo en el recreo de 4º año de la Escuela?
Es difícil compartir el lenguaje de los que nunca usaron una lapicera a pluma con tintero involcable y todo.
Hoy, a años de haber aparecido los punks, nadie recuerda nuestros peinados con Glostora, Brillantina Palmolive o fijador Éxito, aquel verde que dejaba el coco como de cartón.
Ya no se erizan cuando escuchan las marchitas militares que invariablemente nos metían a las 20:00 cuando pasaban los comunicados de las Fuerzas Conjuntas y veíamos a tantos amigos en fotos con caras de forajidos después de días y días de castigo.
Tantas cosas han cambiado que parece mentira escuchar el silbato del afilador. Ya nunca más barquilleros ni “¡botellas vacías compro, botellero!”.
Ahora el PC es un electrodoméstico más y los escolares manejan las “Ceibalitas” con más dominio que un balero. ¿Cómo entender esperas de 15 años o más para que te instalen un teléfono si hoy hay más celulares en los cinturones que llaveros?
Los que supimos comprar yerba o azúcar en barricas, al peso, envueltas en papel de estraza no nos hemos acostumbrado al fax, contestador telefónico, micro-ondas, copiador de CD, micrófonos que permiten oír cuando el bebé llora en su cunita, que hay en cualquier casa.
¿Cómo explicarle a los que nunca vieron Discodromo Show, Ballinger de Chicago, Los Invasores o Perdidos en el espacio que Robin Williams era un marciano en una serie de televisión que se llamaba Mork y Mindy?
¡Qué difícil expresar en palabras aquella sensación que sentíamos en el Estadio cuando sonaba el PII - PUU para informar el gol en el Franzini y todos nos dábamos vuelta para ver el placard de la Amsterdam! Más difícil que saber que "Paterson y yo, nos vamos a la playa" o que "Barlovento es el pantalón de los mil movimientos". Ahora miramos en directo cualquier partido que se juegue en Siria y los muchachos conocen al equipo titular y suplente de cualquier cuadro alemán!!
¿Nadie extraña los trolley- buses cambiando los tiradores en 18 y Sierra (que así se llamaba Fernández Crespo)? ¿Nadie intentó explicarles que, para que los cuellos de las camisas quedaran duritos, se les ponía ballenitas que se compraban por Rondeau y Uruguay? ¿Algún día les podremos transmitir la sensación de un champion Pampero de suela de plástico?
Todo depende de todos, ellos y nosotros, los que nunca encontraron una lija en el bolsillo de atrás del Blue Jean y los que seguimos recordando radio Independencia en la Spica de Papá.
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4 comentarios:
Los Incalcuer iban acompañados de los pantalones Far West (los unicos vaqueros que habia, creo) forrados de franela a cuaritos, dados vuelta abajo
Y no llevábamos mochilas sino portafolios de cuero, que también pesaban una barbaridad.
Ahora..."cambia... todo cambia...", pero cuantas cosas siguen igualitas y habría que cambiar! Y cuantas cosas siguen siendo igualitas y así están buenísimas.
Desafío a los PISmaníacos a hacer ese ejercicio a la inversa.
La tiza sigue siendo la tiza. Dice el químico que es perjudicial para la salud; yo no soy maestra pero las uso y creo que las prefiero e esos marcadores que se gastan enseguida y son recaros.
Cómo comprábamos la carne?
Con plata claro, pero la traíamos envuelta en diario!!! Al igual que el pescado en la feria!!!
Y cómo juntábamos la basura? En un balde forrado de papel de diario!!!
Yo no llevava portafolio... llevava cartapacio
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