por Monseñor Nitocás Tucoño
En momentos en que lo espiritual ha quedado desplazado por lo material, en que el Amor y la Felicidad se malinterpretan y se confunden con el sexo y la porquería, en esos momentos es que nosotros, los pastores, debemos guiar al rebaño a su corral.
Y por eso es que inauguramos una serie de cuentos cortos que ayuden a nuestros feligreses a retornar a su camino.
Están escritos de manera popular para que sean de más fácil aceptación por el público mayoritario de esta publicación.
Acá va el primero y que dios me perdone
Érase dos amigos que se encuentran en un bar y uno comenta.
- ¿Sabés que empecé a leer la Biblia?
- ...
- Es de lo más interesante. Aprendí en pila de historia. ¿Sabías que los mandamientos se los dieron a un tal Moisés?
- Mirá
- Resulta que ese Moisés juntó a todos los partidarios de su religión y los convenció de la importancia de seguir esos mandamientos. Pero los empezaron a perseguir y los querían matar. Entonces el tal Moisés agarró y se los llevó a todos a atravesar el desierto buscando un país para ellos. Y atrás los otros que los querían limpiar.
- Mirá vos
- Entonces meta pata, meta pata, hasta que llegaron a un mar no-sé-bien-cómo-se-llamaba y atrás los otros que los alcanzaban. Entonces Moisés levantó los brazos y los abrió así y esa era una señal para que salieran unos helicópteros de los Estados Unidos del otro lado del mar que los vinieron a buscar, se lo llevaron a todos para el otro lado y encima les tiraron unos misiles a los otros y los mataron a todos.
- Dejate de joder. ¿Vos pensás que yo me voy a creer eso?
- Mirá, boludo. Si yo te cuento lo que está escrito en la Biblia tampoco me vas a creer.
-
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