por Gaby La Viña del Señor
Mujeres amigas:
Aprovechamos el espacio honestamente ganado en este periódico por nuestra prédica reivindicativa de género (que casualidad que la defensa de la mujer sea la defensa del género). Largamente postergadas, fuertemente reprimidas, duramente repuestas; es que estamos aquí para contenernos mutuamente.
Y todo porque el Macho nos ha marcado con su impronta dominante.
Sin embargo sabemos largamente que los hombres querrían ser como el café (ricos, calientes y, si tenés suerte, te mantienen despierta toda la noche) pero apenas son como el cemento (una vez concreto, demoran pila en ponerse duros).
Algunos son como el chocolate (dulces, suaves y se van directo a las caderas) y otros como las minifaldas (si no tenés cuidado se te suben por las piernas) pero sí siempre son como los horóscopos (que te dicen qué tenés que hacer pero siempre están equivocados).
Nosotras querríamos que fueran diferentes pero la mayoría son como los lugares para estacionar (los buenos ya están ocupados y los que quedan libres o son minusválidos o son muy chiquitos) y seguramente como las vacaciones (nunca son lo suficientemente largas).
Por eso: fuerza, amigas. El hombre es como la hielera (lo llenás de cerveza y te lo llevás donde quieras) y como las pizzas (que los llamás por teléfono y en media hora los tenés calentitos en la puerta de tu casa). Pero también son como las tormentas de nieve (nunca sabrás cuándo llegan, cuánto duran ni cuantos centímetros tendrán).
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