miércoles, 12 de enero de 2011

A prosópito de la Anatomía

por MONA


Una querida amiga me envió hace unos días un texto escrito por el excelso Cesare Brutus, sabio anatomista que también incursionó en otras lides, algo desmemoriado quizás por culpa de Alois (fon. Alsaimer) del cual extraigo -para que incorporen a su intelecto- un párrafo de alto contenido conceptual.


Las partes más famosas del cuerpo humano han sido: El Talón de Aquiles, la nariz de Cleopatra, las piernas de la Mistinguette , la palma de Mallorca, el pie de Atleta, la mano de bleque, el ojo del amo, la cara de Piedra, el pelo de zonzo, la Garganta del Diablo, el ojo de la tormenta, la nuez de Adán y el culo del mundo. (Además, como diría Landrú, del codo de Dorrego).”


He aqui la transcripción de mi respuesta:


Mi estimada amiga, he leído con suma atención (no matemática) la atenta descripción de anatomía.
He quedado maravillada ante tal erudicción ( BERP !) anatómica y prendada (no preñada) de la sabiduría del maestro (panadero) Cesare Brutus. Me referiré a un olvido involuntario del sabio mencionado, que aún siendo panadero olvidose de tan excelsas PARTES. Como su merced sabe cuando nos referimos a las PARTES, obviamente esas pubendas gónadas que concentran nuestra atención, no son ni más ni menos que las bolas de fraile !!! Es cuasi insultante que ante tamaño despliegue de conocimiento y siendo panadero anatomista tuviera tamaño olvido !!! Por lo tanto, me permito solicitar que sean incorporadas a la lista de las partes más famosas del cuerpo humano.
Habiendo hecho esta aclaración me permito hacer otra peculiar observación anatómica: nunca confundir a Falopio con Eustaquio y menos a trompa con prosbócide
Veamos este particular:
Quien es Falopio ? según se desprende de la historiografía el mentado Sr. era un erudito (no eructito) en medicina cuando corrian los años del S. XVI. Llamábase Gabrielle Fallo-pio, apellido peculiar por cierto, para alguien que se dedicaba a escudriñar órganos de las PARTES .... Y bien, quien sería entonces Eustaquio? ni más ni menos que otro anatomista del mismísimo S. XVI llamado Bartolomeo Eustachio, que si bien escudriñaba, no lo hacía con partes tan insanas según la santa madre iglesia apostólica y romana que no gustaba y sigue sin gustarle esos temas ... chorreantes de morbo (GLUP !) Estos eruditos (BERPSSS) fueron contemporáneos y ambos dos se maravillaron ante tanta anatomía por descubrir ! Así como compartieron su afán de conocimiento anatómico, también compartieron otro descubrimiento maravilloso, la lectura de La descripción del mundo, escrita por Rustichello de Pisa mientras Marco Polo se rascaba el umbilïcus (reservorio de pelusas).
Estos ilustres quedaron estupefactos ante las descripciones de tantas maravillas e intentaban buscar explicaciones anatómicas a todo aquello que de la lectura se desprendía.
Es indispensable en este punto rememorar que ambos (2) se hallaban embebidos (no bebidos) en sus más profundos estudios con piezas anatómicas cuando la vorágime del conocimiento los llevó por caminos insospechados tales como tubos o trompas que profundizaban en zonas desconocidas y peliagudas ! dejándose llevar por esos insospechados mundos, navegando dentro de tubas o trompetas que no se sabía a donde los conducían ...
Dice la historia que cada uno en su lugar, uno en el norte y el otro en el sur, ambos en Italia, uno urgando en las entrañas femeninas y otro en las partes AUDITIVAS se enfrentaron ante un interrogante del cruel destino: al leer la descripción que Marco Polo le dictara siglos antes a don Rustichello sobre el elefante, sí, ese gigantesco exótico animal exibía una enorme ... trompa !!! y a cara descubierta ! Rápidamente por asociación de ideas se les iluminó el concepto, algo descabellado a nuestros ojos de S. XXI pero nada de extrañar en aquellos tiempos y dieron por certero que había una analogía evidente entre la trompa del elefante y los hallazgos realizados en sus estudios.
Como en aquel entonces al igual que en nuestros días el ego (yo) (no ! yo no ... ellos sí) - eterno presente en la vida humana - les sedujo a aceptar las consideraciones de estilo: poner su nombre en descubrimientos por si y ante si descubiertos ! (redundancia en reiteración real) habiendo llegado a la ilustrada (no dibujada) conclusión que: los conductos tortuosos hallados por Gabrielle se llamarían Trompas de Fallo-pio y los encontrados por Bartolomeo se denominarían Trompas de Eustaquio, a saber: hasta el día de hoy.
A los efectos de evitar confusiones con el elefante y su ostentosa trompa, buscaron de común acuerdo un nombre diferente para tal protuberancia, encontrándose que probóscide era lo más acertado ! Lo que en realidad es cuasi lo mismo ya que dicha palabreja proviene del latín, proboscis, -idis, trompa.
Es de rigor hacer una aclaración final, para coleto de nuestros estimados lectores, años más tarde de que todo esto ocurriera y dado el afán de investigación de nuestros personajes, ellos mismos concluyeron que habían cometido un ligero error (mal paso?) dado que recapacitaron llegando a reconocer y a afirmar que la probóscide del elefante nada tenía que ver con sus otros descubrimientos, pero así lo dejaron ... al menos uno de ellos.
Sólo les diré que recuerden que Gabrielle ostenta un apellido que lo marcó de por vida (Fallo-pio) y que con su infinita imaginación invirtió (en la banca veneciana) gran cantidad de tiempo en continuar buscando analogías vinculadas a la probóscide ...
Hasta la próxima ...
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