Primera: Fume objetos alternativos: trozos de moquette, flautas de pan, diarios enrrollados. Procure no engancharse a esos vicios.
Segunda: Lleve a cabo una terapia de choque: fume varios cientos de cigarrillos al día hasta que lo aborrezca. Si no tiene éxito, aumente la dosis. Procure no morir de cáncer antes de acabar la terapia.
Tercera: Hágase amputar brazos y piernas para no tener forma de sujetar un cigarrillo.
Cuarta: Contrate a diez o doce patovicas para que, cada vez que usted saque un cigarrillo, lo rodeen diciendo: «dame un cigarrito, tío».
Quinta: Puesto que, según los expertos, es más difícil dejar el tabaco que la cocaina, pase a consumir cocaina y luego déjela. Así le será más fácil.
Sexta: Cuando sienta deseos de fumarse un cigarrillo, cómase tres.
Séptima: Envíe cartas a Tabaré Vázquez hasta que consienta en multiplicar por cien los impuestos sobre las cajas de cigarrillos.
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