por Medio Gurméndez
El tipo trabajaba casi todo el día de casi toda la semana; salía temprano para su oficina y volvía de tardecita. Aguantaba a un Jefe sin mayores habilidades y solo disfrutaba cuando los domingos, cada 15 días, se juntaba de mañana con los amigos a jugar al fútbol.
Aquel domingo se levantó tempranito dejando sonar apenas al despertador de su celular. Sin hacer ruido se vistió, se lavó los dientes, tomó un cafecito liviano para no tener el estómago lleno, agarró su bolso, las llaves del auto y se fue para la cancha. Ni bien estuvo en la calle vió que el cielo era más que amenazante: unas nubes negrísimas asustaban al más valiente. Cinco minutos después estaba lloviendo a cántaros; no alcanzaban ni los limpiaparabrisas. Maldijo en varios idiomas pues su única diversión quedaba trunca y dió vuelta de regreso a su casa. Al llegar abrió despacito la puerta de calle para no despertar a su mujer, dejó el bolso en la cocina y entró a su dormitorio sin hacer ruido. Sin hacer ruido se sacó los zapatos, la ropa y el calzoncillo y se acurrucó a espaldas de su esposa, abrazándola.
"No sabés cómo está lloviendo" le dijo el hombre a su mujer al oido, despacito y meloso.
"Y el imbécil de mi marido jugando al fútbol con sus amigotes ...!!!" respondió ella
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