martes, 13 de octubre de 2009

La lección de la historia

O como la Historia y el Deporte siempre se juntan
por Trancazo

Recién estaba aclarando el día y el Gran Caudillo ya percibía al adversario. Su nariz aguileña no solamente realzaba su perfil de prócer sino que también le daba valiosa información táctica. –“Vienen por allá”, dijo. El viento le traía el tufo inconfundible que se logra luego de compartir la intimidad que impone un viaje de 3 meses en las pequeñas embarcaciones que se empleaban para atravesar el océano en esas épocas; una mezcla asquerosa de secreciones humanas con pescado antiguo: bacalao macho con poca higiene.
El Gran Líder los contó a la distancia y comparó con los propios, a quienes no necesitó contar porque los conocía de modo personal a cada uno. Con todos había compartido el rito vegetariano del mate y el carnívoro del abigeato asado.
Ellos eran más, mejor equipados, mejor entrenados, ¡hasta les pagaban!: eran profesionales; mientras que los nuestros eran amateurs, si tuvieran jugaría por la camiseta pero ni eso, apenas la promesa de la gloria y la inmortalidad de la historia.
Ya los rivales se encontraban muy cerca y el Prócer creyó que era el momento de dirigirles la palabra a los suyos para alentarlos, para que dejaran todo en el terreno en pos de la difícil victoria. Y ahí en ese preciso momento acuñó esa frase que luego nos acompañaría en tantas situaciones de injusta desventaja. Él les dijo a sus bravos en fieras batallas : “Matemáticamente tenemos chance”, y mostrando que era a la vez ilustrado como valiente (otra frase para la Historia) se lanzó al combate.
El resto de la historia es conocida. Ganamos de local el desparejo cotejo internacional en Las Piedras frente al equipo español. Y en la actualidad se dispone que la célebre frase se incorpore a las otras del Gran Caudillo en su Mausoleo.
En un gesto que lo pinta por entero, El Protector mandó que la famosa masajista Clemencia Oribe fuese a atender a los rivales que estaban más contracturados; los periodistas de la época transmitieron la anécdota de un modo un poco soberbio: “Clemencia para los vencidos”.

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